LA CULTURA EGIPCIA
Los egipcios fueron un pueblo de origen africano, de lengua camita que se ubicaron a las orillas del río Nilo, hacia el año 5000 antes de la era cristiana. Ese río condicionó gran parte del desarrollo de esta civilización, que se dividió en dos zonas bien diferenciadas, agrupadas en clanes dirigidas por caudillos que luego se concentraron en dos: el Alto y el Bajo Egipto, la primera al sur y la segunda al norte, zonas que fueron unificadas por el rey Menes, aproximadamente en el año 3200 antes de Cristo, cuando el norte invadió a los poblados del sur.
Había muchos cargos de gobierno pero todos subordinados al faraón, identificado con el dios Horus. Eran muy importantes los escribas, puesto que dejaban constancias de las órdenes emanadas del faraón, de los informes de las obras efectuadas, y de los impuestos recaudados.
Hacia el año 2800 a. C, dio inicio la tercera dinastía y Menfis pasó a ser la capital egipcia. Durante la cuarta dinastía comienzan a realizarse las pirámides, majestuosas obras arquitectónicas de piedra, que se usaban para tumbas de los faraones, que se albergaban allí después de muertos, embalsamados, para que pudieran vivir en la eternidad, donde también necesitaban su cuerpo.
Al terminar la sexta dinastía, también acaba el período Antiguo y sobreviene un intervalo de tiempo donde predominaron las luchas internas entre nobles y faraones, y además Egipto debió sufrir la invasión de pueblos asiáticos.
Los egipcios observaron que las estrellas realizan un giro completo en poco más de 365 días. Además, este ciclo de 365 días del Sol concuerda con el de las estaciones, y ya antes del 2500 a.C. los egipcios usaban un calendario basado en ese ciclo, por lo que cabe suponer que utilizaban la observación astronómica de manera sistemática desde el cuarto milenio.
El año civil egipcio tenía 12 meses de 30 días, más 5 días llamados epagómenos. La diferencia, pues, era de ¼ de día respecto al año solar. No utilizaban años bisiestos: 120 años después se adelantaba un mes, de tal forma que 1456 años después el año civil y el astronómico volvían a coincidir de nuevo.
El Nilo empezaba su crecida más o menos en el momento en que la estrella Sothis, nuestro Sirio, (el Sepedet de los egipcios), tras haber sido mucho tiempo invisible bajo el horizonte, podía verse de nuevo poco antes de salir el Sol.
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